Antes de la lluvia (Before the rain, 1994) , Territorio comanche (1997) y El año de las armas (Year of the gun, 1991) son tres películas de los 90 aparentemente muy dispares entre sí cuyo principal elemento común, al menos de cara a este blog, es el planteamiento en su trama de la posibilidad de que el que haya un periodista delante pueda llegar a ser la causa inmediata de un acontecimiento indeseado, más en concreto, de la muerte de un hombre. Si unos años antes Los gritos del silencio (The Killing Fields, 1984) mostraba la futilidad de la pretensión del protagonista de parar un asesinato con su cámara, las tres películas mencionadas se sitúan en una posición aún más negativa con respecto al papel de los medios en los conflictos, ya que, como queda apuntado, «proponen» que incluso puede ser la presencia del periodista la que provoque el crimen.
Hoy voy a centrarme en la primera de ellas, Before the rain, en la que el reputado fotógrafo internacional y ganador de un Pulitzer, Aleksander Kirkov (Rade Serbedzija) anuncia su intención de dejar su trabajo a su regreso de la cobertura de un conflicto bélico. La necesidad de tomar partido ante la guerra y la violencia es un asunto que se plantea en varias ocasiones a lo largo del filme, la primera por parte de su novia Anne (Katrin Cartlidge), que también es editora gráfica en la agencia de noticias británica para la que él trabaja, coincidiendo con el momento en que Kirkov plantea que quiere dejar su trabajo y regresar a su Macedonia natal. Lo que Anne desconoce es que el fotógrafo toma esta decisión porque se siente culpable del asesinato de un hombre a manos de un miliciano. Más tarde le escribe una carta contándole lo ocurrido, momento que se recoge en el siguiente fragmento de vídeo:
Este episodio marca un antes y después para Kirkov, puesto que para él queda claro que ya no puede acogerse nunca más a la ficción de neutralidad desde la cual tomaba sus fotografías. En este sentido, Erik Tangerstad en su interesente estudio sobre la película apunta que una vez comprendida su ingenuidad anterior, el fotógrafo abandona también al mismo tiempo su creencia de que la realidad puede ser documentada a través del realismo fotográfico. Más aún, según Tangerstad, este cambio en el punto de vista de Aleks implica que la noción de realismo debe ser reconsiderada en su totalidad.
La película anula así la idea de neutralidad y deja también claro no existe lugar en el que esconderse. Ya de regreso en Macedonia, su antigua novia Hana le reprocha, con respecto al incipiente conflicto entre albaneses y musulmanes, que él sólo observe, que no sea capaz de tomar partido (Before the rain, 01:35:01). Cuando por fin lo hace, tratando de impedir que la hija de Hana sea ajusticiada por sus primos, es él mismo el que muere. Y es que, de hecho, uno de los principales mensajes del filme es la imposibilidad de abstraerse de los efectos generados por la violencia, por muy lejos que una crea vivir de ella. La toma de partido se presenta no sólo como necesaria, como plantean las mujeres que rodean a Kirkov, sino también como inevitable.
Termino esta entrada con una cita de otro artículo sobre la película, en este caso escrito por Irene Makarushka. El texto completo, en inglés, puede leerse aquí
Las reflexiones de Manchevski sobre la violencia plantean cuestiones relacionadas con los juicios morales y la toma de partido. ¿Es posible tomar partido contra la violencia y el asesinato sin convertirse en víctima o perpetrador de la violencia? ¿Pueden las instituciones religiosas mantenerse apolíticas, resistirse a tomar partido y aún así conservar algún grado de autoridad moral? ¿Se puede superar un odio definido histórica y culturamente entre distintos grupos éticos y religiosos para conservar una identidad nacional?